Javier Urdaci Uceda | Arquitecto Técnico

Proyecto de Ejecución

El hoy conocido como “Palacio del Marqués de Rozalejo” era la antigua Casa Principal del Mayorazgo de la familia Guendica, construida entre 1739 y 1743, tras la compra de varios viejos inmuebles que fueron derribados. Pertenecía a este conjunto el edificio con acceso actual por Mañueta 16, que fue segregado en 1861, y cuya fachada posterior al patio ha perdido su carácter original, de ladrillo visto, en una reciente y desafortunada rehabilitación. Las noticias históricas del edificio de las que se dispone provienen fundamentalmente de la tesis doctoral de la historiadora Pilar Andueza, dirigida por Concepción García Gaínza y publicada por el Gobierno de Navarra en 2004, con el título La arquitectura señorial de Pamplona en el siglo XVIII, en el que se realiza un documentado estudio de los sucesivos propietarios del edificio.

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Como criterio general de la intervención, a partir de las investigaciones realizadas, se ha dado prioridad a la recuperación de los espacios y trazas fundacionales de la casa de mayorazgo del siglo XVIII. Para ello, se eliminan las tabiquerías subsistentes y la escalera central construidas para su adaptación a casa de vecindad a finales del siglo XIX. Se eliminan también otros añadidos y tabiquerías de cartónyeso debidos a la actividad reciente de los ocupantes ilegales. Se resalta de este modo la amplitud de los salones, recuperando una dimensión muy adecuada a los nuevos usos públicos, y la importancia de la escalera que conduce a ellos desde el zaguán, con un primer tramo recto bajo bóveda y el consecutivo espacio noble de la escalera imperial. Además de la recuperación de las estancias originales, la intervención debe atender a su adecuación para su uso futuro como edificio público. Ello implica dotarlo de accesibilidad, iluminación natural y las infraestructuras e instalaciones necesarias. Para ello, han sido precisas la eliminación selectiva de algunos tramos de forjado en planta baja y entrecubierta, así como algunas intervenciones en las cubiertas. No obstante, el criterio general es el de una intervención mínima, que salvaguarde al máximo la materialidad y el valor de lo existente.

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